domingo, 5 de diciembre de 2010

Un instante entre un recuerdo y un sueño

Las personas, que afanosamente deambulamos por este planeta, estamos hechos de carne y hueso, sublimado polvo de estrellas a las que en un momento u otro volveremos.
Pero, ¿somos algo más?, ¿hay algo que nos diferencie del resto de polvo estelar que flota en el infinto universo?. Sin duda.
Somos un instante entre un recuerdo y un sueño.
Nuestros recuerdos son el armazón que nos permite vivir en la superficie de este guijarro que se tambalea en el espacio, nos protegen del vacio, de la solitud de la nada.
Nuestros sueños son el combustible que nos permitirá alcanzar las estrellas, volver a la fuente de nuestro origen.
El conjunto de nuestros recuerdos el pasado es. Lo olvidado, igual da si ocurrió o no, nadie lo recordará, y se vaporizará en el eterno entrópico del tiempo.
Si, cuando al final del camino miremos atrás, y podamos contemplar nuestra vida como alfombra entretejida de recuerdos, formando el continuo dibujo de nuestra existencia, habremos vivido. Si sólo la sábana blanca de nuestra propia mortaja contemplamos, nuestra vida habrá sido como una cerilla, combustión efímera de materia orgánica.
Aunque muramos, si alguien nos mantiene en sus recuerdos, si cada Penélope nos teje y desteje en su propia existencia, vivos seguiremos, Cronos vencido será. Y continuaremos, eternamente, renaciendo en cada hebra, en cada sueño.

Carlos Pino. Abril 2010

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